#ElPerúQueQueremos

 gachas de avena

Conjuro de la memoria

En España, una generación se apaga sin poder despedirse

Publicado: 2020-04-05

Por Paola Paula

Durante un otoño en España fui contratada para un proyecto sociocultural para el Ayuntamiento de Madrid dirigido a la tercera edad llamado “Madridmayor.es” que fue sin duda una de las experiencias de más aprendizajes que he vivido y donde entendí el poderoso vínculo de la oralidad en la comunicación intergeneracional. Nunca antes había tenido acceso a trabajar con decenas de adultos mayores de forma tan directa, en un espacio que integre la memoria de las personas a la dinámica de actuación.Mi función en el proyecto consistía en dialogar con los usuarios que asistían a los diversos centros culturales de mayores en los barrios de Madrid para motivarlos a afiliarse a una tarjeta que les reportaría un sinnúmero de prestaciones y beneficios utilizando como método, la entrevista biográfica y la evocación .

Gracias al proyecto conocí a gentiles y sencillas personas que me compartieron muchos de sus recuerdos y vivencias. En especial de su infancia; durante y al término de la guerra civil española. Todas las tardes entrevistaba a cinco o seis personas en charlas distendidas donde todo fluía a pesar de la distancia generacional y cultural. Al provenir de Sudamérica,  despertaba en ellos y ellas curiosidad y empatía. Como antecedente cargaba en mi equipaje interior el recuerdo hacia la situación de las personas ancianas en el Perú que me hacía sentir impotencia social. Crecí en los años ochenta en Lima, observando con mucha confusión y tristeza, el abandono del Estado peruano, la indiferencia social, la naturalización de la injusticia hacia las personas mayores pobres “no contributivas” sin seguro ni prestaciones, en especial si provenían de zonas rurales. Por lo que ver ancianos trabajando y mendigando enfermos en muchas ciudades del Perú nunca fueron hechos aislados ni ajenos.

Por ello cuando al poco tiempo de migrar a España y trabajar para "Madridmayor.es", una de las cosas que sin duda me impresionó fue la cobertura sanitaria al colectivo de la tercera edad .Su sistema de pensiones y ayudas para que nadie se quedase fuera. Así en los centros donde acudí, me encontré con personas de entre setenta y noventa años que con gran entusiasmo asistían a diversas actividades gratuitas  como talleres de: cocina, baile, juegos, libros, música. Y dentro de los centros había siempre un bar cafetería donde te podías tomar un estupendo café por menos de un euro (o su equivalente en mi país a menos de cuatro soles). Y acompañarlo con crocantes "churros" o sus similares  conocidos como “porras” y al mediodía tomar un aperitivo de aceitunas "hojiblanca" con una copa de vino o un vaso de cerveza o “caña”.

Actualmente en la emergencia que vivimos, en que han sido golpeados con especial dureza Italia y España, mi conmoción y pesar son interminables.En España la pandemia está arrebatando cada vida sin dar tregua la vida de centenares de personas, muchas de ellas mayores, de esa generación que creció en la posguerra ,que conoció de cerca el hambre y el miedo. Y que nunca pensó que en la etapa final de su vida, volvería a experimentar angustia, altísimo riesgo de morir, está vez al encontrarse más vulnerables de contraer una irracional enfermedad. Hoy en España, en muchas residencias de mayores, muchos han muerto sin poder despedirse de sus seres queridos en una situación de profundo estupor que supera y desborda, al sólido sistema de salud español y a su abnegado personal sanitario, excediendo todas las fuerzas posibles.

Nuevamente busco en mis recuerdos de aquellos días que trabajé en el proyecto de mayores , me vienen a la mente testimonios como el de Antonia, una hermosa anciana que me dijo que cuando era niña y no había comida por aquellos días en Madrid al final de la guerra, su padre le preparaba a ella y a sus hermanos unas “gachas”. Sofrito que se elabora cociendo granos de avena molida o machacada, cortada,con harina y otros cereales o legumbres en agua, leche o una mezcla de ambas y también con harina y ajos. Comer "gachas" en esos oscuros y tristes días, era un manjar. Antonia también me contó que nunca tuvieron juguetes  pero jugaban mucho a juegos que ellos se inventaban.Crecieron con cartillas de racionamiento y desde muy jóvenes trabajaron duro viviendo todo tipo de carencias. Ella y sus hermanos emigraron después con su familia en un barco a Buenos Aires. La pobreza los desplazó, como a otros tratando de dejar atrás la represión franquista.

Por ello conjuro a través de la palabra, para nunca olvidar que hoy una generación de valiosas personas muere, son víctimas de  un virus de sofisticada crueldad.En silencio se van sin poder asir una mano querida antes de emprender el viaje final. Resignados en el tránsito, donde a algunos solo les queda como compañera, la memoria. Esa que es capaz de despertar una discreta emoción por lo vivido, un sabor, un olor, un instante que le de significado a ese adiós aleatorio.


Escrito por

colectivo.comuninA

Nace como una iniciativa de arte-acción, comunicación, cultura colaborativa desde la exploración liminal entre Perú y España.


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colectivo.comunina apuesta por el arte colaborativo entre Lima y Madrid

Desde que iniciamos nuestra andadura en 2016 se crea en la Asociación comunina. El colectivo nace para impulsar el arte entre dos orillas.